jueves, 28 de junio de 2012

Déjalo entrar









- Mitch, me preguntaste por qué me preocupaba de personas a las que ni siquiera conozco. Pero ¿quieres que te diga lo que más estoy aprendiendo con esta enfermedad?


- ¿Qué es?


- Que lo más importante de la vida es aprender a dar amor y a dejarlo entrar.


Su voz se redujo a un susurro.


- Dejarlo entrar. Creemos que no nos merecemos el amor, creemos que si lo dejamos entrar nos volvemos demasiado blandos. Pero un hombre sabio que se llamaba Levine lo expresó certeramente. Dijo: “El amor es el único acto racional”.



Martes con mi viejo profesor
Mitch Albom

Maeva-2007
Foto: Álvaro Sánchez Montañés








No hay otros mundos,
pero si hay otros ojos, 
aguas tranquilas en las que fondear. 





!Otros días vendrán! 



miércoles, 27 de junio de 2012

Los sabores de la vida






5 de la tarde en mis ojos, en mis papeles, en ese trago de ron irremediable, en aquella nube que no se repetirá.  Por las calles veo gente caminar. Ríen. Hablan. Andan, algunos, distraídos. Veo gente cargando pan, leche y dulces. 


5 de la tarde en el café. Desde el televisor saltan hombres tras el balón. Se abrazan. Hay gol. En primer plano camisetas con marcas afamadas de ropa deportiva. Hombres y mujeres de belleza inverosímil. Publicidad con la última generación de tecnología digital, el carro que nunca tendrás y siempre querrás. La globalización como diosa del planeta. El consumo erigiendo nuevos templos. Anestesia para el corazón.


5 de la tarde en mis ojos. La ventana es una vitrina maravillosa para arrimarnos los latidos de la vida con sus urgencias y emociones, con su andar humano, sencillo. En la tele la globalización, lo moderno, distante e impersonal. Sin embargo, tras el ventanal, al otro lado, en las aceras, hay una vida sin poses ni apuros que transita ajena a la pantalla, risas en las que me reconozco: veo gente caminar, personas mayores disfrutando aún los dos primeros sabores de su vida: azúcar y leche. De manera mágica se activa toda mi memoria selectiva del pasado.Y vienen a mi aquellos días azules y este sol de la infancia. 



















Laura Fernández
Fotografía: Fernando Bracho

martes, 26 de junio de 2012

El conjuro de los abuelos wayuu


El calendario puede ser el enemigo de la memoria viva. Contra eso, tiene el guajiro algunos rituales centenarios, con los que intenta engañar el paso del tiempo en su vida o impedir que su pasado se borre ante el avance de lo nuevo.


Pasan los años, en el tiempo se diluye el recuerdo de los familiares fallecidos. Hay quienes prefieren no recordar, otros a quienes les ha empezado a fallar la memoria, pero hay, en mi familia, un dúo que jamás olvida sus muertos: mañana mi madre y padre irán al cementerio a tributar el recuerdo de su hijo fallecido. Días antes lo regaron con abundante agua para aplacar las insumisas arenas en ese trozo de desierto guajiro, limpiaron y llevaron unas flores al mausoleo que se construyó en el 2008 y en el viejo ranchón donde han tejido un nuevo techo de enea y palmas, nos reuniremos la familia toda: abuelos, tíos, hermanos, primos, hijos, nietos. Ricos y  pobres. Los modernos y los costumbristas.


Cada uno pondrá a un lado de la lápida flores recién compradas o la comida que más le gustaba, prenderá una vela y en silencio pasarán varios minutos cerquita del mármol que lo oculta, como si estuvieran mirando sus ojos o escuchando uno de sus chistes. Después, vendrá el almuerzo. Suculento siempre. Pero el prodigio mayor de este ritual, es que entre las costumbres ancestrales de mis padres y la modernidad que persiguen sus nietos vista en sus ropas y calzados, en el teléfono móvil del que no se desprenden, los adultos y los más pequeños conservan todavía en su corazón la nostalgia de las costumbres aprendidas de sus abuelos. Y en ese acto repetido se renueva la tradición tanto como la memoria.


A pesar de los peros iniciales de los muchachos para ir al cementerio, a pesar del calor que ese domingo debe rondar los 40 bajo sombra, del estrépito y rabia que producen los muchos huecos del camino de Maracaibo a Camama,  de esas carreteras angostas que a medida que te alejas de la ciudad y te acercas a la Guajira se hacen más angostas y el asfalto se pierde hasta quedarse en trochas de granzón y arena,  de las incansables comisiones de soldados o guardias, fúsil en mano, mirándote como si fueras un sospechoso unos, otros confundidos, con esa mezcla de temor, de respeto y fastidio, de “no sé si dejarte seguir o pararte y pedirte papeles”, uno va reconociendo a cada vuelta de rueda los sitios familiares de la infancia,  esos lugares y tiempo donde de modo inolvidable una vez llegamos a ser las personas más libres y felices del planeta.


En esa reunión familiar, en el lugar más inesperado para el común de la gente, en los relatos oídos de labios de los más viejos, en el almuerzo compartido bajo el sol templado de las 2 de la tarde, recorremos sin saberlo los mismos caminos y vivencias que siglos atrás transitaron otros, familiares todos. ¿Una reafirmación de la identidad local ante la modernidad?. Un acto, no sé si consciente, de resistencia, quizás, de irreverencia cultural.


Hace tiempo, suelo creerlo así, que los wayuu inventaron el conjuro de unos abuelos que heredan tradiciones y relatos a sus nietos, para que a su manera ellos los repitan cuando se hagan de una mecedora en los que han de cobijar su vejez y sus recuerdos. Y los nietos de sus nietos oirán estas mismas historias, y las repetirán para otras generaciones. Y los guajiros seguiremos soñando la derrota del calendario o por lo menos habremos intentado no convertirlo  en enemigo de la memoria viva. 




Laura Fernández

viernes, 22 de junio de 2012

He dicho tan poco...


Para el fin de semana, este poema de Czestaw Milosz





He dicho tan poco.
Días breves.


Días breves.
Noches breves.
Años breves.


He dicho tan poco.
No he tenido tiempo.


Han fatigado mi corazón
el entusiasmo,
la desesperación,
el ardor,
la esperanza.


Las fauces del leviatán
se han cerrado sobre mí.


He yacido desnudo en orillas
de islas desiertas.


La blanca ballena del mundo
se me ha llevado hacia el abismo.


Y ahora ya no sé
qué ha sido real.


He dicho tan poco...desde donde el sol sale hasta donde se pone


Fotografía: Jef Van den Houte

!Quien fuera Van Gogh!

Uno busca pequeños placeres casi como si fuera una forma de mantener viva la voluntad, de descubrirse a sí mismo, o de escapar a la rigidez de horas que se repiten inalterables.


A veces, entre el ruido torpe de la política y la cotidianidad suspendida de alguna tarde, corremos con suerte y ocurre la belleza. Hace pocos días, crucé el puente sobre el Lago de Maracaibo,vía Cabimas, y ahí, en medio de la sequía que devora la vegetación y el impertinente calor de las 2, vi explotar, en silencio, en amarillo y verde, la primavera. Árboles pintando de amarillo un rincón de la tarde. Y aún sin talento, me provocó pintarlos ¡Quien fuera Van Gogh!


Laura Fernández

jueves, 21 de junio de 2012

"Lo que me gusta de tu boca..."

Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo. Lo que me gusta de tu sexo es la boca. Lo que me gusta de tu boca es la lengua. Lo que me gusta de tu lengua es la palabra. ..

"Papeles Inesperados". Julio Cortázar

Qué difícil de apagar este hombre, uno vez que hemos leído sus cuentos, los poemas de este cronopio que desandan nuestro andar, sus cartas maravillosas plenas de vida y afecto. Este hombre que nos hace viajar siempre hacia los recuerdos, nuestras vivencias y sentimientos, esos lugares que son también el habitáculo en que reside la fragilidad. 


Es bueno leer a Cortázar. Nos devuelve la ilusión de que amar, es siempre bueno y la felicidad, esa cosa tan huidiza, está a nuestro alcance si sabemos apreciarla. El recorrido a través del tiempo no hace más que recordarnos su vigencia como escritor. Un lujo, como siempre.

Laura Fernández

40 minutos sin tuiter...lástima que el país no se levante igual

Hoy el mundo vivió 40 minutos sin tuiter. La falla en el servicio en la aldea global ocurrió a las 11.20 de la mañana, tiempo en el que se estima dejaron de circular  11 millones de tuits. 40 minutos y el mundo convulsionado. Como si se tratara de una peste, de una hambruna que se extiende por el planeta y amenaza con cegar la vida de millones. Desde su rival, Facebook, decenas de personas pedían auxilio porque no podían subir sus 140 caracteres. No sabían si era un saboteo contra ellos en particular, o qué cosa estaba ocurriendo. Para muchos era la catástrofe. 


"Ahhhhhhhhhh", respiraron con alivio cuando se enteraron del colapso de la red. No, no era contra ellos en particular, que no era un saboteo. Era una falla global. 


Esta red se ha vuelto adictiva para millones de personas, conozco gente que relata sus andanzas por esta red, postea seguido, por minutos, cada media hora: dónde están, acaban de ver un accidente de tránsito, linkean una noticia sobre cualquier cosa de la actualidad, avisan sobre lugares donde se encuentran opositores y chavistas en sendas marchas, la comida les quedó divina, tal concierto no llenó sus expectativas, pintan de azul la habitación y se creen frente al mar, están tristes, están alegres...como si su vida se tratase de un reality show que a todos debería interesar. Bueno, a veces es ventajoso, informan sobre vías colapsadas, el tráfico de la ciudad, la venta de leche, aceite y arroz en tal supermercado!!!!


Y Tuiter, en respuesta a sus millones de seguidores, se lanzó con esta pregunta ¿Qué creen que pasaría si el mundo viviera un día sin Twitter y Facebook?


Me parecieron muy graciosas y asertivas algunas respuestas: 


- Dejaría de leer noticias irrelevantes, (como ésta)


- Realmente seríamos más productivos en los respectivos trabajos y menos generadores de contenido.


- Nos dedicaríamos a vivir, a disfrutar de una buena compañía, desconectados de todo, como anteriormente se hacía.



- Leer mas libros


- Usarían Google Plus.


- Sin facebook y sin twiter... todo seria tan real.



- Habría un aumento considerable en el consumo de licor, sexo al igual que las drogas también.




Uno se sonríe, pero también, uno piensa y compara. En Venezuela no sólo ha caído tuiter hoy, hace rato cayó la economía, cayeron los valores, cayó la tranquilidad, cayó el empleo, cayó la seguridad de salir un rato de tu casa y caminar la ciudad, cayó la educación, la calidad de vida, cayó la clase media...Lástima que el país no se recompone como tuiter. En 40 minutos la red volvió a funcionar con normalidad de 140 caracteres. En Venezuela, el resto, la economía, los valores, la educación, el respeto, el bienestar, la calidad de vida, todo eso tardará en levantarse. 


Laura Fernández














lunes, 18 de junio de 2012

Ser feliz no es tan difícil


Comparto ese placer enorme de mostrarle a la gente que uno quiere la música, los libros, los lugares que uno ama. Lugares que en esta ciudad encuentro pocos, pero encuentro. Caminar tranquilamente en la Vereda del Lago una noche con suave brisa lacustre, curioseando en cada paso los collares de cuero de los artesanos y su multiplicidad de corazones rotos de metal que proliferan en cada puesto y gustan a los jóvenes, ser testigos de las rebatiñas amables entre los vendedores y darse al goce nunca disimulado de oír con ganas las conversaciones de los otros paseantes.

A veces ocurre la grata sorpresa de caminar sintiendo, cada vez más cerca, los melodiosos acordes de un dúo de violinistas tocando una Ronda a la Turca de Mozart o La Petite Fleur, esa legendaria pieza de Sidney Bechet que penetra oídos y emociones y alegrías por igual... entonces la caminata se convierte en un trote quieto y agradecido, muy cerca de los músicos ambulantes que han encontrado entre los trotadores nocturnos de la Vereda, un espacio ideal para promocionarse. La noche se detiene y uno no quiere que acabe la música, uno quiere prolongar esa paz obsequiada por los acordes de los violinistas a orillas del lago, y claro que le compras el CD que te ofrecen con la esperanza siempre de que al otro día, al regresar, estén solitarios, sonando otra vez y tú y otros cuantos más, deteniendo el paso y haciéndoles auditorio. Pararnos por el solo gusto que nos produce estar en un momento y un lugar donde todos somos desconocidos y a todos nos une el amor por esa música.

Hay noches, hay mañanas de mayo y de junio que son un verdadero deleite al pasar junto a los taparos en flor y descubrir con admiración genuina el aroma embriagante, sutil de sus flores como si esa maravilla milenaria no fuera a repetirse nunca más. Esa suave fragancia se queda contigo, te acompaña por semanas, y compensa tener que soportar el calor cuajado, denso, antipático, fatigoso, húmedo, eterno, pegajoso de esta Maracaibo con su única y exclusiva estación de vaporones. 

Pasear tranquilamente con un amigo por las calles de cualquier ciudad es uno de los placeres que uno mas quisiera disfrutar, un placer escasamente permitido en Maracaibo. Por la inseguridad, por el calor sofocante, por el sol que te ciega y te obliga a cerrar los ojos para mirar. Porque sus calles no fueron diseñadas para la caminata. Pero aún así, cuando se camina a orillas del lago de Maracaibo, en la Vereda, despreocupados y sin negarnos a los pequeños asombros, nos damos cuenta que hay placeres al alcance de cualquiera que sepa disfrutarlos.

Y se disfrutan el paseo y sus conversaciones clandestinas, los ratos compartidos y los gustos comunes, el jugo y las diferencias de criterio, el caer en cuenta en los que nos une antes de aquello mínimo que nos separa. Y es maravilloso darnos cuenta, en esos pequeños placeres, que ser feliz no es tan difícil.

Laura Fernández






viernes, 15 de junio de 2012

Como si el amor no te partiera los huesos




"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."


JULIO CORTÁZAR
Fragmento de "Rayuela"


Fotografia: Robert Doisneau


Este fragmento de Cortázar es sencillamente genial! Como si pudiera elegirse a quien amar, como si el amor no fuera un veneno que se apodera de tus emociones, un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Grande Cortázar. 


Laura Fernández

jueves, 14 de junio de 2012

Curriculum vitae


"¿Sabes poner un café? ¿sabes sonreír?"


Dicen que éstas son las preguntas que formula el dueño de Starbucks en las entrevistas.
...

Entras a una tienda y la chica que te atiende tiene mirada de hielo y cara de aburrida. Le pides una camiseta, te mira con hastío, despacio rebusca con desgano entre los armarios, al regresar con ella en sus manos te la entrega sin mirarte como quien te ha hecho un favor, mientras, revisa con premura otra vez el teléfono. A los cinco minutos, la ira te domina y no toca si no salir y seguir. Refunfuñando porque esa conducta la consigues en tantas partes. En el café, en el restaurant, en una oficina...
...


Bravo por Starbucks, la sonrisa debería ser un requisito en todas las ofertas de trabajo. Y la amabilidad, una obligación. 


Laura Fernández



Hilde Domin, la dama de la poesía sencilla





Amo esta tierra desnuda
y no quiero tener nada.


Sólo el tiempo
para estar sola
con el tiempo.


Y estar mirando una nube
o el palidecer
de la tarde.


Con las ansias de siempre
y el miedo
de hoy.


POEMAS
Hilde Domin
El Bardo-2002
Fotografia: Pedro Laycos




La poeta alemana Hilde Domin, que murió a los 96 años en la ciudad universitaria de Heidelberg,  puso en práctica con su vida y su obra la máxima de que la patria es el idioma. Hija de un abogado judío de Colonia, Domin estudió Derecho, Economía, Sociología y Filosofía en Heidelberg y tuvo como maestros nada menos que a Karl Mannheim y Karl Jaspers. En 1932, con 23 años, antes de la llegada al poder de la barbarie nazi, abandonó Alemania junto con el que después sería su marido, el escritor y teórico del arte Edwin Walter Palm.


Condenados al exilio tras la llegada del nazismo, Domin estudió en Italia y se doctoró en Florencia en 1935 con una tesis sobre la teoría del Estado en el Renacimiento Pontano como precursor de Maquiavelo. El exilio les llevó al Reino Unido y el matrimonio recaló en la República Dominicana el año 1940 donde su marido consiguió una cátedra en la universidad y ella trabajó como profesora de alemán, traductora y fotógrafa de arquitectura. Su vocación y carrera son tardías, datan de 1951 y se iniciaron con algo más de 40 años. Una mañana se levantó y leyó a su marido versos, en vez de uno de sus trabajos de traducción. Los primeros versos surgieron de la muerte de su madre y en poco más de dos años escribió unos 200 poemas. Como homenaje a su país de adopción, cambió su apellido de Palm por el de Domin con el que logró reconocimiento expresado en múltiples condecoraciones y homenajes.


Hilde Domin se convirtió en la gran dama de la literatura alemana de postguerra. 


En los innumerables homenajes y premiaciones que le han concedieron en sus 96 años, siempre se destacó la simpleza de su poesía. 


Domin se filtró en el gusto y en la conciencia del público porque le devolvió al idioma alemán la ligereza de la cotidianidad y la gravedad de los sentimientos hacia el otro, hacia la naturaleza.


Los alemanes, no aficionados a la poesía como los latinoamericanos, reconocieron la fuerza de estos versos y desde los años 60 no hubo manual de literatura para la enseñanza donde no hubiesen textos de Hilde Domin.