lunes, 10 de mayo de 2010

Una lista, 10 libros de la narrativa venezolana en la década y una polémica de egos


Laura Fernández

Cualquier lista es siempre excluyente. Y arbitraria. De ellas me parece positivo cuando se hacen con libertad, sin prejuicios y elaboradas por personas con sólida solvencia intelectual y ética. Se ha presentado en el país una fuerte controversia entre escritores e intelectuales por la reciente publicación en “El Papel Literario” del diario El Nacional de una lista elaborada por 14 reconocidos intelectuales calificando y dando a conocer los 10 mejores libros, según ellos, producidos por la narrativa nacional entre 2000 y 2009.

Esta es la lista. Se encuestó a 14 personas que puntearon así:
1. Falke, de Federico Vegas. 100 puntos.
2. La enfermedad, de Alberto Barrera Tyska, 79 puntos.
3. La otra isla, de Francisco Suniaga, 70 puntos.
4. Lluvia, de Victoria De Stefano, 40 puntos.
5. Indio desnudo, de Antonio López Ortega, 39 puntos.
6. Puntos de sutura, Oscar Marcano, 37 puntos
7. Bajo tierra, de Gustavo Valle, 34 puntos.
8. Los invencibles, de Rodrigo Blanco Calderón, 29 puntos.
9. Mariana y los comanches, de Ednodio Quintero, 27 puntos.
10. El pasajero de Truman, de Francisco Suniaga, 26 puntos.

Ésta claramente muestra una tendencia y unos gustos de 14 personas conocedores de la narrativa nacional. ¿Sobran nombres? quizá. Faltan? seguro. Creo que todo el que se considere conocedor en la materia y esté en desacuerdo con esta lista debería elaborar la suya y someterla al juicio público. Y argumentar con coherencia y no con sandeces.

En mi caso personal, que vivo en el interior donde no todos los autores y sus libros nos llegan y si llegan disponemos de escasos medios que promocionen su lectura, la lista y la famosa polémica me han servido de faro para desear correr a las librerías, buscar estos títulos, leerlos y gozarlos con deleite o sufrirlos con rigor. No me anima confrontar esta lista o elaborar una propia pues carezco del conocimiento requerido. Me alienta como lectora conocer la obra de los nuevos escritores venezolanos cuando creía que aparte de Suniaga, Barrera Tyska y Quintero, solo escribían y destellaban los de otros países vecinos y reconocer que en estos últimos años no todo se ha perdido en el país.

Gracias a las redes sociales, con admiración he descubierto en el último año la pluma de nuevos escritores criollos, sus relatos intensos, verticales, provocadores y ese maravilloso mundo de criaturas diversas y a veces imposibles conectadas sin embargo con todas nuestras emociones. Es el caso de Eduardo Sánchez Rugeles, ganador del Primer Premio de Literatura Iberoamericana “Arturo Uslar Pietri” con su novela Blue Label/Etiqueta Azul, que hoy comienza a publicarse en el país y pretendo comprar tan pronto llegue a Maracaibo. Y con la narrativa fiera de Héctor Torres. O con la hermosa y sentida poesía de Mharía Vázquez Benarroch.

Y me maravillo mirándome en sus historias contadas con voz de actualidad, reencontrándome con escenarios y sucesos donde todos nos retratamos en el dolor, en el desarraigo, en ese conflicto ahora casi permanente con nuestra idiosincrasia. Y a veces, después de leerlos, nos quedamos con la extraña sensación de vivir una pesadilla oscuramente triste, terriblemente cierta de la Venezuela subterránea, de la violenta realidad de una ciudad que palpita escondida en sus miedos y muchos prefieren ignorar. Historias maravillosamente escritas, espléndidamente narradas que se quedan colgadas en nuestra memoria por su belleza, su portentosa imaginación y, generalmente, porque duelen. Duelen mucho. Porque son extraídas de nuestra realidad y no nos son ajenas.

Por ello quiero compartir en este muro el artículo publicado por Sergio Dahbar con el cual rompe una lanza a favor de la polémica lista de narrativa del Papel Literario.