miércoles, 16 de diciembre de 2009
Temo más al clima que al átomo
martes, 8 de diciembre de 2009
El Nobel de la paz busca guerra y un exguerrilero llega a la presidencia de Uruguay
El Nobel de la paz se va de guerra. 30 mil soldados más, made in USA con pieles morenas y latinas la mayoría, rubias las menos, serán enviados en enero a ocupar los territorios de Afganistán. Al mismo tiempo, un guerrillero (ex) llega sin fusiles a la presidencia de Uruguay. Uno está al norte de América. El otro al sur. Obama me sonó ayer como su predecesor, y algo que no se describir se me arrugó en el corazón. Pepe Mujica sonó como una esperanza: no sé cuanto tiempo en la montaña, 13 años de prisión durante la dictadura, 8 de aislamiento y torturas, y cuando habla es humilde, es sabio y ponderado. Inteligente, sabe donde está: entre dos gigantes suramericanos y la verborrea combustible e incontinente que enciende a tantos.
Y pensando en Afganistán recordé esta hermosa película: Cometas en el cielo.
La noche de los sueños quebrados
Aquella noche del 8 de diciembre de 1980 el balazo sonó seco y definitivo. A las puertas de su casa caía John Lennon, el mítico genio de los Beatles, y dejaba nuestras vidas tristes. No recuerdo exactamente qué hacia yo esa noche, quizá tomaba el bus de regreso de la universidad a casa, quizá apretada en los incómodos asientos del bus de la Ruta 6 escuchaba obligada el vallenato a todo volumen que ponía el chófer y, seguro iba molesta porque no existía reclamo terrenal o divino que lo persuadiera de bajar el volumen, mucho menos cambiar la emisora.
Ese balazo atravesó el mundo y hasta en esta aldea que es mi ciudad resonó, la emisora vallenata del bus que me transportaba paró un minuto para transmitir la conmoción: acababan de asesinar a John Lennon. Se derrumbó la noche neoyorquina, se derrumbó la noche del planeta. Ya nadie pudo dormir. Todos nos enchufamos a las imágenes dolorosas de la televisión y supimos entonces que Mark Chapman esperó a John Lennon delante de su casa frente al Central Park de Nueva York y le disparó cinco balas por la espalda hasta matarlo. En sus bolsillos tenía cintas de música de los Beatles y la novela de El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.
El autor de Power to the people, el artista fundamental de la revolución musical de la década de los 60, el icono de la contracultura que contribuyó a darles vida a las utopías de la generación de los flores, el activista que le plantó cara a la guerra de Vietnam y pidió que la paz fuera al poder, había desaparecido para siempre.
Ya era leyenda Lennon antes de esa noche. Genio creativo, soñador, pacifista y revolucionario, de él dijo Gabriel García Márquez que la música solo podía entenderse entre los clásicos y esta fabulosa banda que cambió las costumbres musicales, la forma de vestir y de pensar en los 60. Sabio como es, sabía el Gabo que la música de los Beatles, y de este John Lennon de espíritu rebelde y razón crítica, representaba el punto de conexión entre las generaciones de padres e hijos. Un tema siempre a debatir. Un gusto musical conciliador donde padres e hijos por fin se abrazan.
Paradójico, murió a balazos este artista total convencido de que todo lo que necesitaba la humanidad era amor. Para que nunca lo olvidáramos, ese mes de diciembre de 1980, cuando contaba con 40 años, Lennon iniciaba una etapa nueva: tras cinco años alejado de la escena musical, presentaba "Double Fantasy" un nuevo disco solista.
Hoy, casi tres décadas después, la leyenda de Lennon sigue viva. Su agresor explicó que con su asesinato quería integrarse en una sociedad de la que se sentía marginado.
Recordando a Lennon, el genio rebelde de los Beatles, asesinado hace 29 años. Quizá la primera muerte cercana que conmocionó la vida de muchos de nosotros. Este hombre que podía ser duro y cruel, un atormentado, era sobre todo muy vulnerable y tremendamente sensible. Revolucionó con los Beatles la música de un ahora lejano siglo XX y todavía seguimos soñando el sueño de Lennon: quería ser libre, definir su destino y deshacerse de patrones costumbristas. Quería un mundo en paz..."imagina ningún infierno bajo nosotros, encima solo un cielo, imagina a toda la gente viviendo para hoy" viviendo en paz.
No recuerdo qué exactamente hacía aquella noche. Mis recuerdos se encuentran entre la niebla de los días, pero tengo la certeza de que esa noche Lennon se me hizo eterno.
viernes, 4 de diciembre de 2009
Luna decembrina con soles de abril para Jesús
Laura Fernández
Es viernes, es navidad, la luna sigue arriba rabiosamente hermosa e íntima, las tardes decembrinas parecen soles de abril, hoy trataremos de hacer feliz a Jesús, mi hermanito, con su fiesta de cumpleaños. Para ir cogiendo tono nada como La Billos.
Pulmón verde del planeta o temible desierto? Qué será el Amazonas el próximo siglo?
Laura Fernández
Cuánto cuesta frenar la destrucción del Amazonas? Acaso serán capaces nuestros gobiernos y empresarios de parar la deforestación que devora miles de hectáreas/año y se convierten en millones de dólares verdes verdecitos? y nosotros, los consumidores, de dejar de comprar esas maderas hechas muebles?
No son solo los contrabandistas de piedras preciosas y minerales o los narcotraficantes los que están acabando con el Amazonas, con ellos va la voracidad de los grandes...de seguir así el rio se secará y la selva se convertirá en desierto hacia 2100 advierten los ambientalistas.
lunes, 30 de noviembre de 2009
“Vivir es ser otro” Fernando Pessoa
Laura Fernández
Hace 75 años murió en Lisboa Fernando Pessoa, el poeta que sabía idiomas y hacia versos. Tenía 47 años. Se murió sin tener verdadera certeza de quien era, haciendo versos como los versos se hacen, como si fuera la primera vez, deseando siempre ser el otro, nómada de si mismo. Maestro de la realidad interna, miró con ojos ajenos, sintió con piel extraña, caminó con otros músculos, los de sus heterónimos. Pero su voz por más que renegara de ella era la de Pessoa universalizando el sentimiento de millones. “Vivir es ser otro” afirmó y preconizó.
No supo el discretísimo Fernando, que solía cruzar las calles de Lisboa rumbo a su trabajo como traductor comercial, vestido con gabardina clara, corbata de lazo y sombrero ingles oscuro, que él estaba reservado para ser Fernando Pessoa, el más insigne poeta portugués del siglo XX, un Camoes mucho más grande que el antiguo.
Quiso llamarse Camoes, pero nació llamándose Fernando. Pessoa fue muchos otros, todos lo que él quiso: Álvaro de Campos el ingeniero moderno y desencantado; Ricardo Reis el latinista conservador y monárquico; Alberto Caeiro, el poeta filósofo; Bernardo Soares. Así rompió el encierro del yo en sus heterónimos. Afirmó y negó, divagó y preconizó “ser es estar libre”. Libre de los otros, sobre todo, libre de sí, de recuerdos, de opiniones, de prejuicios.
Una vida está construida de días y de los días sabemos que aún siendo iguales no se repiten. No sorprende que en uno de ellos al pasar Fernando frente a un espejo, un hombre que no era Fernando Pessoa, le mirara desde dentro del espejo.
Él que solía decir “los espejos no se equivocan cuando muestran” lo miró y le dijo: “Me llamo Ricardo Reis”. La imagen del espejo sonrió y desapareció para segundos después mostrarle la de un hombre delgado y pálido que tampoco era él. Esta vez le dijo “me llamo Alberto Caeiro”. Imperceptiblemente desapareció el hombre del espejo y solo por unos segundos se quedó vacio, desnudo, surgiendo enseguida otra imagen. A esta le dijo Pessoa “Me llamo Álvaro de Campos”.
Fabula Saramago, el premio Nóbel de la literatura portuguesa en su blog “Los cuadernos de Saramago”, que esta vez no esperó que la imagen desapareciera del espejo…” se apartó él, probablemente estaba cansado de haber sido tantos en tan poco tiempo. Esa noche, entrada la madrugada, Fernando Pessoa se despertó pensando si el tal Álvaro de Campos se habría quedado en el espejo. Se levantó, y lo que estaba allí era su propia cara. Dijo entonces: “Me llamo Bernardo Soares” y regresó a la cama. Fue después de estos nombres y de algunos más cuando Fernando creyó que era hora de ser también él ridículo y escribió las cartas de amor más ridículas del mundo.
Cuando iba ya muy adelantado en los trabajos de traducción y de poesía, murió. Los amigos le decían que tenía un gran futuro por delante, pero parece que no se lo creyó, tanto es así que decidió morir injustamente en la flor de la edad, a los 47 anos, imagínense. Un momento antes de acabar pidió que le acercaran las gafas: “Dadme las gafas” fueron sus últimas y formales palabras.
Hasta hoy nunca nadie se ha interesado en saber para que las querría, pero parece bastante pausible que su intención fuera mirarse en un espejo para saber quién era el que finalmente ahí estaba. No le dio tiempo. Es más, ni espejo había en la habitación. Este Fernando Pessoa nunca llegó a tener verdaderamente la certeza de quien era, aunque esa duda hace que nosotros vayamos consiguiendo saber un poco más quienes somos” concluye Saramago al comentar sobre el insigne Pessoa.
El gran Fernando Pessoa, el que dijera
“Tenemos, todos los que vivimos,
Una vida que es vivida Y otra vida que es pensada,
Y la única vida que tenemos
Es esa que es dividida
Entre la verdadera y la errada”…
Deserta así a un mundo que no está hecho para ser pensado sino para ser visto. Por eso sabe que la realidad no se palpa con las manos, no se descubre con neuronas y nunca se pesca con teorías. Para sentir hay que estar distraído, olvidarse de todos y dejarse cazar por la sensación
¡Pasa, ave, pasa y enséñame a pasar!
lunes, 9 de noviembre de 2009
!Conmigo no cuenten!
¿Por Colombia? No, no me siento amenazada por ese hermano país. Sí por la inseguridad que me acorrala como un rehén dentro de la casa enrejada por todos sus costados, como las prisiones, recluida en ella desde el anochecer hasta que llegue el rumor de la nueva aurora, con miedo a salir porque temo ser asaltada en el semáforo, que me quiten el carro al salir de la farmacia o del cine o me peguen un tiro por no dejarme atracar.
Amenazada me siento en las noches interrumpidas abruptamente por los disparos que escucho en calles vecinas desde la frágil seguridad que me proporciona mi habitación bajo llave y me dejan desvelada, preguntándome quién habrá sido esta vez la víctima, impotente y sin nada que pueda hacer. Disparos y voces cada vez más cerca, cada vez más ciertos y preocupantes.
Amenazada por los gritos y patrullas que suben colándose por el ventanal del 4to piso de la oficina que ocupo y ni siquiera la altura puede apagar la calle. No hay forma de escabullirse, de no advertirla o, sentirla como si siguiera tus pasos. En la familia todos tenemos, no una, sino muchas historias para contar, somos protagonistas como casi todos los venezolanos de un robo a mano armada, de la violencia de las calles, de los delincuentes que no retroceden. Todos hemos llevado lo nuestro los dos últimos años y cada uno ofrece sus estrategias para preservar los bienes y la vida.
No hay cerca, no hay muro ni protección que detenga la inseguridad. Llega envuelta en un rumor cotidiano y espeso…y siempre cierto, como el disparo seco e inquietante que nos despierta a medianoche. Se hace escalofrío con el aullar de las sirenas a cualquier hora del día tratando de adivinar, entre paralizados y asustados, si será de la policía tras los delincuentes o de la ambulancia trasladando al herido grave que dejan los criminales. Me llega en la llamada telefónica de mi esposo informando que le acaban de secuestrar para robarle el carro y debo buscarle en un monte de La Concepción donde lo dejaron botado; en la voz nerviosa de mi hermana que arrinconada por el susto presenció como golpeaban al hombre de aspecto humilde que caminaba por la calle para despojarlo de su cartera y del poco de dignidad que le quedaba; en la intempestiva visita del vecino pidiendo un teléfono porque le acaban de vaciar su cuenta bancaria tras un secuestro express.
La inseguridad no es una percepción, es una realidad. La morgue habla rotunda y fría todos los lunes.
¿Colombia? No recuerdo que haya sido amenaza nunca. Como hija de la frontera, convivo con ellos desde que nací, y desde entonces hemos mantenido una relación amor-odio, con diferencias pero con más coincidencias en lo que queremos para nuestras vidas y nuestros países.
En esta frontera todos tenemos presente como nuestros campos han prosperado gracias a ellos, como salen cosechas de sus manos trabajadoras y alegres, barrios enteros de Venezuela que bailan sus vallenatos. Qué colapsan los hospitales y escuelas públicas? Seguro, pero también son ellos los hombres y mujeres que junto a los Wayuus construyen casas y levantan edificios, siembran el campo, recogen las cosechas, limpian las calles…son incansables para el trabajo pesado del que huye la mayor parte de los venezolanos.
Y ahora nos invitan a una guerra contra Colombia. Conmigo no cuenten que quiero a ese país y sus gentes como al mío y a mis hermanos. La mayoría de los venezolanos nos sentimos sus hermanos, no sus enemigos. La única arma que empuñamos hacia Colombia es la del afecto, el amor y el reconocernos en ellos…No queremos tambores de guerra ni verbo incendiario, que a veces las palabras son la antesala de los puñales. Si tenemos que levantarnos será para la paz, no la guerra; para la conciliación, no para el conflicto; para el diálogo, no para las armas.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Domingos al sol naciente
No sé si estén los tiempos para ser románticos, pero me quedaré el fin de semana con las palabras descarnadas y geniales de los escritores que leo, con la música que me conmueve. Con mi bagaje de criaturas imaginarias, puestas de sol, mañanas en la montaña y recuerdos afrontaré lo que venga, incluido el frio que roe el corazón.
lunes, 5 de octubre de 2009
Con la luna llena de primavera se fue Mercedes con el corazón mirando al sur
Por Laura Fernández
La voz de América, la Negra querida de Argentina, la mujer que nos cantaba con su timbre potente y dulce esa canción que convertimos en himno de lucha: “solo le pido a Dios, que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente”, decidió que era la hora de partir con su canto a otras latitudes. Ayer se marchó dejando arrugada la madrugada primaveral de Buenos Aires.
Esa voz de Mercedes Sosa, profunda y tierna, tiene el misterio que viene de la tierra. Enérgica y sin embargo con una dulzura que llenaba por horas la memoria con su canto, torrencial e irresistible de escuchar, esa voz traía fuego en las letras. No estaba hecha para complacer a los de arriba. Ella cantaba a los campesinos, a la gente del pueblo y de todos los caseríos latinoamericanos, su canto era para los pobres que claman por un pedazo de justicia, para los oprimidos que luchan por sus ideales desde trincheras en la montaña, en la universidad, en el barrio. Y así potente como ella era, no cruzó los brazos durante las crueles dictaduras que azotaron a la Argentina en la década de los 70. Estuvo en el exilio. Pero antes, esa voz y esas letras habían atravesado los aires de la tierra esparciendo mensajes por la libertad, la igualdad y contra las injusticias.
Recuerdo en los tiempos de universidad su canto universal. Cómo en las horas de apremio se colaba en las aulas para cerquita de la conciencia recordarnos las palabras urgentes, el canto necesario, ratificando con nuestro Alí Primera la validez de nuestras convicciones juveniles, las mismas que nos acompañan aún y nos dan razones para seguir.
Diversa e inquieta como era, esta voz emocionada que era Mercedes Sosa, compartió escenarios con Pavarotti, Serrat, Sabina, Fito Páez, León Gieco, Víctor Heredia. Compartió su espíritu expansivo y también la diversidad musical, cantando no solo la protesta, sino que cantó al amor, a la vida, entendió la amargura y la soledad del exiliado, prestó su maravillosa voz a los recuerdos de la infancia, al olvido, las costumbres de su gente mestiza y una y mil veces a su país. Ella sola convocaba multitudes. Llenó los más grandes estadios y plazas americanas, reuniendo en torno a su canto e ideas a miles de jóvenes, niños y adultos, esos mismos que ayer absolutamente conmocionados veíamos ayer por la televisora argentina.
Ella nunca escribió sus canciones, pero estaba dotada de un exquisito instinto para seleccionar sus letras, hacerlas canción y ponerlas en boca de millones. Nadie como Mercedes canta esa tragedia hecha poema que es “Alfonsina y el mar”, o “Gracias a la vida” de Violeta Parra, o “Yo vengo a ofrecer mi corazón” de Fito Páez.
Difícil escribir corto de esta mujer sencilla y corazón abierto. Con sus canciones, las de Alí, de Milanés, Silvio, Serrat y Sabina, me forjé y aún recorro cientos de kilómetros con sus voces calando mi consciencia, erizando la piel y el corazón. Con su voz crecí, su canto acunó mi juventud, sus canciones aún me hacen llorar tanto de tristeza como de felicidad, tu voz Mercedes me sigue recordando lo bueno de la vida, la felicidad de estar en este planeta y las razones por las que hay que seguir en pie de lucha.
Volverás, no te irás, repartida en el aire cantarás siempre. Seguirás respirando de otra manera diferente y nosotros lo sentiremos. En los labios de los jóvenes, en el conjuro sutil que habita la memoria de nosotros vendrás, con tus cantos y tus letras de fuego.
Hasta luego Mercedes. Te has ido con el corazón mirando al sur. Gracias por tu canto fundamental, gracias por las palabras urgentes.
He visto al otro pais
Descalzo en el arenal
Con ojos de cunumi
Preguntandonos por la dignidad
He visto al otro pais
Vestido de soledad
Durmiendose en el andén
Sin tener a que puerta golpear
He visto al otro pais
Pidiendo la libertad
De aquellos que encarceló
Sin explicacion, tanta impunidad
Lo he visto jugándose
Entero por los demás
De blancos pañuelos va
Dejenlo pasar, dejenlo pasar
viernes, 2 de octubre de 2009
Quiero jugar
Esta hermosura, este exquisito juego para ejercitar la imaginación, nos es regalado por ángeles Mastretta, la escritora mexicana de sencilla, espléndida y conmovedora pluma, la que tan bien retrata en sus palabras nuestros deseos ocultos, añoranzas, desvelos, desfalcos y alegrías…
Quiero jugar a las montañas, a los pájaros, a que soy un perro con una mosca en la oreja: trémulo y enojado: olvidadizo. Ya no se acuerda qué lo molestaba, ahora intenta salir a la calle y olisquear las orillas de los árboles, en busca de no sé qué aroma inolvidable.
Quiero jugar a que el tiempo no se ha ido como arena, a que voy al colegio, ando descalza, no son mentira las tardes en el río. Jugar a que no sé sino este canto, este lamento, esta gana de ser lo que sí soy.
Quiero jugar a que no es mi cumpleaños, a que fue mi cumpleaños, a que mi madre me regaló un burro gris que rebuznaba al jalarle un resorte. Quiero jugar a que íbamos donde vendían las luces de bengala, jugar a que un globo de papel prendía por fin su luz llena abejas, y se iba para el cielo sin voltear hacia atrás.
Quiero jugar a que el mundo tiene alas, resuelve crucigramas, bendice los enigmas de quienes se preguntan qué hacer con sus finanzas y sus penas. Quiero jugar a que sabía de rimas y poesía lo que sabe quien escribe sin firma en la página que antecede mi página. Quiero que un novelista me recuerde y que no haya en el mundo ni en mi patria, menos aquí en mi patria que en ninguna, una sola mujer capaz de concederle su elección a un señor. Y no quiero jugar a que no me da pena que existan estas hembras y estos hombres. Quiero, sí, irme de compras a la luna y encontrarme una tienda en la que vendan voluntad, síntesis, concentración, premura, certidumbres. Todo lo que no tengo para jugar a eso que juegan esos que sí tienen todo eso.
martes, 29 de septiembre de 2009
Si pudiera culparte de estas sombras
Si solo pudiera culpar al imperialismo de estas ojeras!
No tendría que dar explicaciones ni atormentaría la razón tratando de encontrar argumentos sensatos. Jugaría a los sobreentendidos, todos aceptarían.
Blanco y negro confinando el desamparo en los ojos. Sombras sin luces. Como las grandes brechas que deja la desigualdad les diría.
Ah, si te pudiera culpar imperialismo de estas sombras…
…Hasta él sabe que es mentira
Vienes cada noche, te instalas sin llamado.
¿Nunca te han dicho que puedes ser impuntual?
Quizá entonces te extrañaría.
Como ahora, que te vas dejando la noche insomne,
Con sus mismas ansiedades y deseos incumplidos
Se quedan tu sombra, tus palabras sin eco y ese recuerdo tuyo jugando en la piel
Ah…Si solo pudiera culpar al imperialismo de estas ojeras!
Por: Laura Fernández
martes, 15 de septiembre de 2009
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Vuelve
Vuelve otra vez y tómame,
amada sensación retorna y tómame -
cuando la memoria del cuerpo se despierta,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.
Vuelve otra vez y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan....
Del gran poeta griego
Konstantino Kavafis
(1863-1933)
lunes, 24 de agosto de 2009
Una extraña exquisitez, Tony Zenet
Tony Zenet es malagueño. Un cantante extraordinario que recién comenzamos a conocer en este lado de la orilla gracias al tema "Soñar contigo", fondo musical de la nueva temporada de Anatomy Grey.
cantante, con una voz que atraviesa géneros que van del bolero al tango y el flamenco. Una mezcla impura y conmovedora, tan intensa y gratificante que a pocos puede dejar indiferentes. Soñar contigo forma parte de su primera producción como solista "Los mares de China", canción que suena a bolero habitado por desamores, a nostalgia y embrujo flamenco, sabe a caricias y amores que por ausencia de certezas, por nunca tenerse, están inventándose siempre.
En este disco podemos disfrutar de una fusión de
jazz, copla, pop, bolero, swing o flamenco sin"forzar las notas o encajar los acentos, en el que todo fluye con sutil maestría". Una extraña exquisitez.
Además de exquisito cantante, es actor. Quiza algunos
lo recuerden en una serie que solia transmitir la televisora española y aqui en Venezuela creo que por Televen llamada "El joven Picasso". Qué no ha hecho Zenet para acariciar su sueño de cantante? Ha sido albañil, pintor, vendedor de libros. Más nunca renunció a lo que más quería: cantar.
viernes, 14 de agosto de 2009
Una escuela, una gran experiencia
Dinamismo, creatividad, calidez, innovación es lo que se respira en el ambiente de trabajo de esta empresa, cuyo valor importante es relucir y plasmar en un arte la calidad y el buen gusto que caracteriza esta gestión.
Nunca me sentí que trabajé en una agencia publicitaria, nunca se utilizó lo mecánico ni la inercia para realizar un arte o publicación. Siempre pensando en el entorno y el público a seducir, día a día es una nueva aventura laboral y de vida.
¿Experiencias?, ¡si muchísimas! Sobre todo en los lazos de amistad que se forjaron. Laura, siempre mi jefa, consejera, soñadora, cálida y hasta un poco estricta, una excelente escritora, luchadora de la verdad y una buena amiga.
Tanna, ¡es a la que mas molesté! es muy dulce, trabajadora y le encanta acompañarte a todos lados. Muy buena en la ortografía y es la decoradora oficial de la oficina.
Carlos, un gran amigo, extrovertido, excelente diseñador y operador de computadoras. Es la parte fuerte de la empresa y una escuela para mí.
Jesús, siempre será lo mas tierno y bello de los Fernández y de Mercurio Editor.
En lo personal, fueron casi 7 años que laboré en esta empresa, entre risas, lagrimas, trasnocho y el orgullo de la entrega a tiempo. Mercurio para mi fue sencillamente lo máximo!
Los voy a extrañar…
Julissa Moreno